miércoles, 2 de diciembre de 2015

Observaciones de un nuevo mundo.

Hasta ahora solo he escrito experiencias en este diario, pero hoy me apetece escribir sobre lo extraño que me parece este "nuevo mundo", en parte porque sé que cuando lleve aquí el tiempo suficiente, dejará de maravillarme que pueda salir agua de casi todos los lugares de la ciudad, la gigante ciudad que con sus fríos edificios de paredes lisas y grandes cristaleras, alberga a todas esas personas que siempre parecen estar ocupadas, como con prisa.
Aquí todo va demasiado rápido, cada uno de los habitantes parece tener algo que hacer constantemente y cuando no, cogen ese aparato que les ilumina la cara, usan los pequeños mientras andan y los grandes en sus casas, quizás esas luces les maravillen tanto como a mí cada nueva cosa que descubro de esta sociedad.
A veces me siento algo sola, aquí todos, o la gran mayoría, viven para ellos y sus amigos o conocidos, pero al llegar aquí sin nadie que me los presente, nadie se interesa por hablar conmigo, es una sociedad en la que desde que tienen conciencia se les educa para el individualismo.
Conforme he ido conociendo más a esta gente, me he dado cuenta del materialismo que mueve sus vidas, sin cosas que comprar, vender o almacenar, se sienten vacíos, y en vez de cambiar estas cosas por otras de su interés, las cambian por papel con el que comprar otra cosa. Eso sigue pareciéndome increíble ¿Cómo pueden cambiar sus preciados objetos por algo tan común como un trozo de papel? ¿Porque les gusta tanto almacenarlos? ¿Cómo y quién ha conseguido que la vida de tantas personas la dirijan pedazos de papel?
Dejando a un lado la forma de ver la vida de los habitantes de la ciudad que toca el cielo, voy hacer una lista de algunas de las cosas que más me llaman la atención:
- Lo que ellos llaman coches (hay coches de dos ruedas y coches gigantes pero no recuerdo su nombre) son como habitaciones normalmente con cuatro ruedas que les llevan de un lado a otro de la ciudad rápidamente y sin esfuerzo.
- Que haya tiendas por todos lados, las tiendas son los lugares en los que se intercambian las cosas que hay dentro por pedazos de papel. Está todo lleno de ellas y las hay de todos tipos.
- La poca naturaleza que hay, no hay bosques ni ríos en los que no hayan depositado esa tierra gris y dura que parece seguirles a donde vayan. La naturaleza que queda está enjaulada, recortada y poco transitada, los únicos que suelen estar cerca de ella son los ancianos y esos ruidosos chicos que espantan cualquier ser vivo que esté por los alrededores.
-En relación a esto último, ¡Que civilizacion tan ruidosa! No recuerdo la última vez que disfruté del silencio casi absoluto, la última vez que pude escucharme el corazón.
No creo que escriba más por hoy, quizás acaben contagiándome su prisa y no vuelva a escribir más aquí, en todo caso, cuando sea como ellos, me vendrá bien recordar las cosas que me asombraban.